COMPÁS DE INCENSARIO.
Padrenuestro que estás en el suelo.
Gritaba la tarde en candor de tiempos pasados, mientras intentaba digerir entre lúgubres farolas la ruptura definitiva de la espera impaciente que llegaba a su fin. Un castillo que se convirtío en faro de la fe, un altar etéreo dónde la cúspide era el triunfo de tu santa cruz. Al fondo, el horizonte infinito de tus montañas vagabundas, al frente la Sierra, sin nubes y con estrellas vigilantes porque un Cristo ha caído después de treinta años de espera. Y allí Él, de frente, sin vacilar, roto, mirando al suelo de su ciudad que está como él, caída y con una cruz permanente sobre sus hombros. Y quiso que un ser minúsculo como yo, soñara con un encuentro que nos arrancaa a él y a mí una sonrisa en momentos de incertidumbre. Y estaba allí de frente, pétreo, sin gesticular palabra, solo una mirada basto para dejarme claro que somos pasajeros de un tiempo pasado en un reloj de arena que no para de vaciarse. El castillo y su torre del homenaje altiva y señorial, presenciaban como un hombre caía sobre sus dos rodillas alzándose cuán guerrero en la batalla sin perder la fe, para seguir una vez más y las que hicieran falta con tal de levantar el madero de su misión salvadora. Y allí estaba Él, si Él, sin queja alguna, imponente, revestido de rey pero hincando las rodillas en el suelo de Cabra. No te caigas Señor, levántate, sigue, sigue que aquí hay mucha gente que te necesita para levantarse mirándote a los ojos. Coronado de espinas en el patio de una fortaleza de reyes, de un castillo que emana piedad, que escribe letras para educar en tu palabra, pero tú, tú estás coronado de espinas que se volverán rosas para cubrir tu cuerpo de pétalos negros y rojos como los hábitos de tu gente.
Padrenuestro que estás en el suelo, danos la fuerza de levantarnos cuando la tempestad nos asole, nos condene, nos desprecie y nos humille. Padrenuestro que estás en el suelo, trae brisas de esperanza, trae alegrías por soledades, trae un manto de caricias que abrigue el frío que hace lejos de Ti. Padrenuestro que estás en el suelo, ahí nos salvas, en el suelo, ahí profetizas tu poder, ahí en el suelo haces de nosotros unos minúsculos seres que desean enaltecer tu nombre. Padrenuestro que estás en el suelo, en el suelo de Cabra dónde tu caída será nuestra victoria.
Eduardo Luna Arroyo
Director de Radio La Manigueta.