UN CAPÍTULO DORADO (A la memoria de Juan Antonio Muriel Luque)
Jesús María Castro Casas
Todavía en el recuerdo de aquella tarde en la que allí, en esa casa de la calle Álamos, reposaba el vencido cuerpo de una persona, representante de una familia, que ha protagonizado un episodio quizás único en la reciente historia de nuestra evolucionada Semana Santa, me gustaría desarrollar una sincera y justa semblanza sobre ella.
Un capitulo dorado de la historia reciente de la Semana Santa se despedía de nosotros el pasado jueves durante el corto trayecto que une la señorial casa de la familia Muriel en la calle Álamos y la recoleta iglesia de los Remedios, donde la tan querida imagen por toda la familia de la Virgen de la Soledad, esperaba al féretro de Juan Antonio.
Juan Antonio Muriel Luque ha fallecido tras años presidiendo la Fundación Pasión y Cofradías, benefactora fundación señera egabrense que ofrecía mecenazgo anualmente a las cofradías de Cabra mediante un reconocimiento por su trabajo consistente en estatuilla conmemorativa que más auténtica y cabreña no podía ser, una cuantía económica destinada a mejorar patrimonio, y una ayuda escolar para estudiantes con necesidades dentro del seno de las hermandades.
Las circunstancias le llevan a nacer en Málaga, pero para él eso era anecdótico puesto que se sentía, ante todo, cabreño (como le gustaba decir) Aunque en cuerpo la gran parte de su vida la pasó en Málaga, siempre en corazón y alma se encontraba en Cabra, a donde venía muy frecuentemente para encontrar el descanso y el placer de pisar las calles de su pueblo, estar en su casa, ver a la familia, a sus amigos y tomar una copa en el patio del Círculo de la Amistad.
Realizó sus estudios en la complutense de Madrid. Comienza su trayectoria profesional en el despacho de abogados “De la Riva abogados” de Córdoba, marchándose allí con lo justo en todos los sentidos, como siempre se caracterizó puesto que fue un luchador en la vida. Fue contratado por el Banco Zaragozano y Barclays como Letrado Asesor Jefe de Andalucía. Desempeñó cargos de letrado en diversos consejos de administración de sociedades y en su día le fue concedida la insignia de plata del Iltre. Colegio de Abogados de Málaga, amén de sus innumerables casos llevados como letrado ya desde su bufete donde compartía la profesión con su hijo Juan.
De los tantos casos que llevó me gustaría resaltar uno de una negligencia médica a un niño que le supuso una serie de problemas graves para el resto de su vida y que Juan Antonio, con su buen hacer y enorme desempeño, consiguió poner a cada uno en su sitio. Una historia conmovedora que me contó en una ocasión y que en el día de su funeral pude oír, conociendo personalmente al padre de aquel niño.
Nuestra relación comienza mucho antes de yo pertenecer a la Fundación Pasión y Cofradías. Todo empieza con la relación profesional y de amistad que mantenía mi padre con el suyo D. Juan Antonio Muriel Marín. Por aquellos años yo era un niño de unos 10 o 12 años aproximadamente que acompañaba a mi padre a muchas de sus cosas de Cabra, como solía llamarlo. Una de éstas era cuando íbamos a la casa de la familia Muriel Luque donde mi padre tenía una habitación como despacho, que con el paso de los años pasó a ser y lo sigue siendo un pequeño museo de la fundación donde se guardan obsequios y recuerdos de los diferentes premios otorgados, entre otras cosas.
Pasan los años y mi padre termina su relación laboral en Recambios Mulma y en el mundo de los toros, pero no la amistad con la familia. Años más tarde, ya en 2012 paso a formar parte de la fundación como vocal, poco tiempo después del fallecimiento de mi padre que también fue miembro de la fundación.
“Pasión y Cofradías” se crea un cuatro de abril de 1987 ante el notario D. Antonio Olmedo Martínez, pero realmente nace de una historia familiar como no podía ser de otra manera.
Era en la Semana Santa del año 1986 cuando al paso de la imagen de la Virgen de las Angustias, la madre de Juan Antonio, Doña Amparo Luque García, mujer muy creyente, ante la emoción que sentía al contemplar la belleza del grupo escultórico, le pregunta a Juan Antonio qué se puede hacer para colaborar con la Semana Santa egabrense.
De ese firme deseo de su madre en colaborar y apoyar de alguna manera la Semana Santa de Cabra, nace la fundación Pasión y Cofradías cuando Juan Antonio decide dar forma así a ese anhelo. Sus primeros patronos fueron: Juan A. Muriel Luque, Eusebio Muriel Luque, Manuel Pérez Gutiérrez, Manuel Fernández Rodríguez, Antonio Lara Jurado, Francisco Carmona Roldán, Salvador Guzmán Arroyo, Manuel Guzmán Arroyo, José Antonio Rodríguez Millán y Adolfo Molina Guarddón, (menudo elenco de egabrenses) más los patronos fundadores D. J. Antonio Muriel Marín y Doña Amparo Luque García, incluyendo al resto de la familia como patronos de sangre.
Durante sus 37 años de existencia pasaron otras personas por la fundación como patronos, aunque no los nombraré a todos por miedo a caer en el error de olvidar a alguno. Espero que me perdonen. Pero me permitirán que me acuerde de dos en concreto: de mi padre, Manuel Castro Roldán, por la gran amistad que le unía a la familia y porque a través de él estreché lazos de amistad y afecto con ellos; y a Francisco Pareja Raya, juntos ya en el cielo con Eusebio Muriel Luque con su particular fundación.
De Francisco Pareja quisiera resaltar su amistad con Eusebio y la ayuda que prestó incondicional a éste cuando contrajo la maldita enfermedad que nos privó de él. Un comportamiento que Juan Antonio agradeció muchísimo, hasta el punto que tras el fallecimiento de Eusebio, ambos mantuvieron una gran relación hasta que finalmente, por desgracia, Paco Pareja falleció, causando un tremendo vacío en Juan Antonio que con frecuencia se lamentaba de aquella irreparable pérdida que“sería imposible de cubrir”, como afirmaba.
El premio Pasión y Cofradías se otorgaba todos los años a una Hermandad egabrense previa votación de sus patronos y se entregaba el segundo fin de semana de la cuaresma. Consistía en una cuantía económica para la hermandad, otra para las Cáritas de la iglesia donde estaba la sede canónica de la hermandad y una tercera para una ayuda escolar a algún niño de la hermandad, así como una estatuilla conmemorativa de un capuchón y un pergamino de recuerdo.
Nuestra amistad se acrecienta cuando tras la pérdida de Paco Pareja, paso a ser el secretario de la fundación. Recuerdo las reuniones para la elección del ganador del premio de cada año. En mis primeros años me sentía como el novato y no participaba mucho pues, dado el talante y el saber estar de todos los patronos, me infundía mucho respeto. Esto lógicamente fue cambiando y empecé a sentirme más cómodo. He tenido el privilegio de compartir reuniones con grandes personas y de las que aprendí mucho, además se daba el caso de que anteriormente habían sido amigos y compañeros de mi padre en la fundación y yo, a quien era amigo de mi padre lo consideraba mío también.
La Fundación celebró dos aniversarios: el 20 y el 25 editándose un especial de la revista “Capuchón” que ya se venía haciendo con asiduidad, revistas que tuvieron gran aceptación en el mundo cofrade. Asimismo, se celebraron conferencias y actos de gran interés como lo fue un concierto por el grupo de cámara “Egabrum” donde entre otras piezas se interpretó “Pasión Cofrade”, obra dedicada a la fundación “in memoriam” de la fundadora Doña Amparo Luque García y que servía como sintonía previa en los actos de entrega del premio.
También la fundación entregó su primera insignia de oro a la Agrupación de Cofradías, y años más tarde ésta hizo lo mismo con la fundación al celebrarse en 1994 el 50 aniversario del ente cofrade agrupado. Al cabo de los años, en 2006, recibió de parte del Ayuntamiento de Cabra un reconocimiento por la labor de apoyo a las cofradías egabrenses. Tras aquellas reuniones en la Casa para la designación del premio, siempre presididas por un crucifijo con una medalla obsequio de la Cofradía del Silencio, celebrábamos una convivencia con la hermandad premiada departiendo sobre lo acontecido en ese maravilloso patio bajo la sombra del limonero.
Dando otro salto en el tiempo llegamos a los años del Covid, donde Juan Antonio decide conceder los premios, al no haber Semana Santa, a algunas asociaciones locales como Cáritas, las reverendas monjas Agustinas, Cruz Roja o a la Parroquia de los Remedios. También reestructura la junta de gobierno y la Fundación pasa a llamarse “Pasión y Cofradías Memorial Amparo Luque García”.
A partir de aquí pienso, y así me lo dijo en varias ocasiones, que su salud empieza a deteriorarse poco a poco. Siguen nuestros encuentros, reuniones y lo que más me gustaba, las cervecitas a veces con nuestras esposas Mari Gracia y Laura o a solas él y yo departiendo conversaciones para mí interesantísimas. Realmente yo hablaba poco, mejor era callar y escucharlo. Historias profesionales increíbles.
Ayudó profesionalmente y como amigo a muchas personas, y lo hacía de manera discreta y elegante. Era una persona muy culta, gran conversador, reflexivo, muy solemne en las formas y con gran sentido de la honestidad y la lealtad. En todo lo que he ido conociendo de él, he podido comprobar lo gran hombre que era, el gran padre, el gran abuelo y el gran marido, un líder y referente para todos. Cómo cuidaba de todos, cómo hizo de padre con Bebo, su sobrino. Impregnaba de su carisma todo cuanto llegaba a sus manos y dirigió de forma cabal y sencilla los designios del sueño de su querida madre. Son muchas historias las que he oído de él de las que lógicamente no puedo hablar al ser privadas pero que me fueron demostrando la amistad que ya teníamos y que hoy tras su pérdida siento con rabia lo que me voy a perder al no escucharlo más.
Para mí en el tema personal y en la Fundación ha sido una experiencia maravillosa que me ha dado la vida y siento no haber podido despedirme de él teniendo una última conversación. El mundo cofrade de Cabra le debe gratitud eterna a Juan Antonio Muriel y su familia y creo, firmemente, que su persona es merecedora de alguna distinción o reconocimiento por parte del colectivo de hermandades y cofradías egabrenses a través de la entidad que las representa.
Yo también por lo que me has enseñado, no te olvidaré y “Pasión y Cofradías” siempre seguirá existiendo de una manera u otra en memoria tuya.
Un abrazo eterno, amigo.