LAS COSTURAS ROTAS DEL CORAZÓN
LAS COSTURAS ROTAS DEL CORAZÓN. No quería abrir la puerta de su habitación, aquella donde había compartido risas, llantos, alegrías y tristezas con sus hermanos en años de inocencia y verdad. Pero el tiempo había pasado, su madre ya peinaba más canas de la cuenta y su padre pasaba las horas de su pronta jubilación fumando en el balcón de casa mientras veía pasar las horas para irse a sus últimos días en el turno de noche de su actual trabajo. Él con un pellizco en el corazón se resistía a abrir las puertas de su habitación donde lo esperaba su maleta azul marino con hevíllas doradas y trinchas con pocos agujeros para que cupiera más ropa. No había otra,